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B) Período de preparación

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Es el período en el que el deportista alcanzará la condición competitiva de la temporada. Le seguirá la fase de planificación del período pre-preparatorio con el objetivo de incrementar eficazmente el nivel técnico-táctico, físico y psicológico, permitiendo de esta forma alcanzar la actuación óptima en las competiciones programadas.

Se dividirá en dos fases:

Fase básica. Preparación general.

Fase específica. Preparación específica.

La duración de estas fases es variable de acuerdo con el tipo de periodización elegida, con las peculiaridades de la modalidad y con el calendario deportivo. Mientras tanto, se debe tener en mente que, por exiguo que sea el tiempo de entrenamiento, se precisa un período preparatorio y otro competitivo, pero no beneficiará un período preparatorio inferior a tres meses en fases básicas y específicas.

Salvo excepciones, la fase básica tendrá siempre una duración mayor que la fase específica.


Figura 3.12. Duración de las fases del período de preparación.

A fin de entender lo expuesto anteriormente, se exponen en la figura 3.12 las duraciones medias de cada fase.

Durante la fase básica, el esfuerzo principal del entrenamiento es obtener una buena base física y técnica. En esta fase se trabajan las cualidades físicas ligadas al deporte durante el entrenamiento, complementando la formación física y aumentando el lastre fisiológico del deportista.

Junto con este fundamento físico se establecen las bases del desarrollo técnico-táctico y psicológico, estrechamente vinculadas con un constante acompañamiento médico deportivo.

El principio de la sobrecarga se aplica, con énfasis, al volumen de entrenamiento; sin embargo, no se debe dejar de lado el incremento de la intensidad.

En principio, no habrá competiciones para los deportistas en esta fase. Se debe tener siempre previsto un objetivo pedagógico en caso de que se quiera participar en alguna competición, tomándolo como un medio auxiliar en la preparación. Lo que no se debe hacer es modificar el entrenamiento con el fin de preparar al deportista para conseguir resultados en esta fase.

Es una fase específica donde, aprovechando los fundamentos establecidos en la fase básica, se procederá a desarrollar la forma física.

Inicialmente, se adaptarán las cualidades físicas, técnicas y psicológicas adquiridas según las necesidades específicas del deporte durante el entrenamiento. A continuación, se irán perfeccionando e incrementando esas especificidades, momento en que se reducirá el volumen de entrenamiento, al tiempo que la intensidad experimentará un aumento considerable. En general, el deportista se somete a una carga total de trabajo superior a la aplicada en el período básico.

Esta alternancia en la predominancia entre volumen e intensidad se explica por la necesidad de evitar un estado de sobreentrenamiento si aumentase la intensidad al mismo tiempo que se mantuviese el volumen en niveles elevados. De esta forma, se puede encontrar el punto exacto de equilibrio entre las dos variables, haciendo que crezca la carga total de trabajo a la que es sometido el deportista.

Como se especificó en el capítulo 2, el principio de la especificidad restringe la capacidad de transferencia que el organismo es capaz de realizar, pasando de un nivel de acondicionamiento general a un nivel de acondicionamiento específico. Por este motivo, es evidente que hay que incrementar el volumen de entrenamiento específico posible para lograr grandes actuaciones.

Las características de las dos fases del período de preparación se resumen en la figura 3.13.

Al dosificar la fase básica y la fase específica, surgen dos necesidades antagónicas:

Aumentar la fase básica para obtener un pico más prolongado, reduciendo el riesgo de lesiones y aumentando la capacidad para soportar cargas de trabajo mayores.

Aumentar la fase específica para posibilitar mejores actuaciones.


Figura 3.13.

De la interacción de ambas necesidades, será posible definir cuánto tiempo se invertirá en cada fase.

En la fase específica se puede y debe prever algunas competiciones con el objetivo de familiarizar al deportista con las mismas y de este modo realizar una evaluación del entrenamiento. Adecuando la sobrecarga provocada por la competición a las necesidades del entrenamiento, se pueden crear ciclos armónicos y adecuados a las imposiciones de la fase.

Sin embargo, es imprescindible recordar que la finalidad de este período no es la competición sino el entrenamiento, debiendo subordinar las necesidades de aquélla a las imposiciones de éste y nunca al contrario. Al final del período de preparación se puede, paulatinamente, ir dando mayor importancia a las competiciones en detrimento del entrenamiento.

Las actividades desarrolladas a lo largo del período de preparación variarán en función del deporte y de los deportistas durante el entrenamiento. En la figura 3.14 se presenta una propuesta de actividades acordes a lo dicho.

La práctica de la preparación física

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