Читать книгу Los derechos de adquisición - Paloma de Barrón Arniches - Страница 78

Cuando se celebra un precontrato, los contratantes, por diferentes razones34, no desean vincularse de manera definitiva aún, si bien se muestran conformes en alcanzar cierto grado de compromiso35. Constituye, en este sentido, un lugar común en la doctrina la configuración del precontrato como una primera fase o etapa del contrato definitivo, íntimamente ligado al mismo36. Como indicara De Castro, no resulta posible el precontrato si no es contemplándolo en relación al contrato definitivo que las partes pretenden celebrar. En este sentido, para Román García37 los precontratos “[s]uponen siempre un negocio de cooperación a desenvolver en dos fases sucesivas: el precontrato y el contrato definitivo”.

Apreciaba Díez-Picazo que la formación del contrato mediante la celebración de un precontrato se produce mediante “un iter negocial complejo, de formación sucesiva”38. En la jurisprudencia del Tribunal Supremo la contratación a través del precontrato se inserta en las relaciones negociales complejas39. Como ha señalado el Alto Tribunal en diversas ocasiones, “las partes pueden configurar su relación negocial de forma compleja mediante diversos contratos, sin que ello suponga, necesariamente, una inter-dependencia causal de los mismos”40; de tal manera que, la práctica de la contratación a través del precontrato y el contrato diseñado a través del mismo, se proyecta “como una relación contractual compleja” que “desarrolla una unidad causal en el marco contractual resultante”41. Este entramado contractual que da lugar a la celebración del precontrato y del contrato definitivo debe responder a una causa eficiente, a un propósito negocial determinado, “ya como causa concreta de la función económica y social que subyace en dicho complejo negocial, o bien por la propia aplicación de la teoría de la base del negocio”42.