Читать книгу Los mitos griegos - Robert Graves - Страница 28
Оглавление22. Naturaleza y hechos de Ártemis
a. Ártemis, hermana de Apolo, va armada con arco y flecha, y como él, posee el poder de enviar plagas o la muerte súbita a los mortales, así como de curarlos. Es la protectora de los niños pequeños y de todos los animales en el período de lactancia, pero también adora la caza, sobre todo de venados.
b. Cuando tenía sólo tres años de edad, estando un día sentada en las rodillas de su padre Zeus, éste le preguntó qué regalos deseaba. Ártemis respondió sin dudar: «Te ruego que me concedas la eterna virginidad, y me des tantos nombres como tiene mi hermano Apolo, un arco y flechas como las suyas, el don de traer la luz, una túnica de caza color azafrán con un borde rojo que me llegue hasta las rodillas; sesenta ninfas jóvenes oceánicas, todas de la misma edad, para que sean mis damas de honor; veinte ninfas fluviales de la cretense Amnisos para que cuiden de mis borceguíes y alimenten a mis sabuesos cuando no salgan a cazar; todas las montañas del mundo; y finalmente, cualquier ciudad que elijas para mí, pero con una será suficiente, porque es mi intención vivir en las montañas el mayor tiempo posible. Desgraciadamente, las parturientas me invocarán muchas veces, ya que mi madre Leto me llevó en su seno y me parió sin dolores, y las Parcas me han hecho patrona del parto».1
c. Se estiró para tocar la barba de Zeus y él sonrió orgulloso, diciendo: «¡Con hijas como tú, no tengo por qué temer la ira celosa de Hera! Tendrás todo eso y más: no una, sino treinta ciudades, y una parte será tuya en muchas otras, en las islas y en tierra firme. Y desde ahora te nombro guardiana de sus puertos y caminos».2
d. Ártemis le dio las gracias, saltó de sus rodillas y se dirigió primeramente al monte Leuco en Creta y después al océano, donde eligió a numerosas ninfas de nueve años de edad como asistentes suyas, a las que sus madres dejaron ir complacidas.3 Por invitación de Hefesto fue luego a visitar a los Cíclopes en la isla de Lipara y les encontró forjando una gamella encargada por Posidón. Brontes, que había recibido órdenes de complacerla en todos sus deseos, la sentó en sus rodillas, pero ella, incómoda con sus carantoñas, le arrancó un mechón de pelo del pecho, dejándole una calva hasta el día de su muerte, que a cualquiera haría pensar que tenía la sama. Las ninfas estaban aterradas por la salvaje apariencia de los Cíclopes y el ruido de la fragua —y bien podían estarlo, pues siempre que una niña era desobediente su madre la amenazaba con mandarle a Brontes, Arges o Estéropes. Pero Ártemis les dijo sin ningún reparo que abandonaran por un instante la gamella de Posidón y le hicieran un arco de plata con una aljaba llena de flechas, a cambio de lo cual ella les daría para comer la primera presa que cazara.4 Con sus nuevas armas se fue a Arcadia, donde Pan estaba ocupado descuartizando un lince para dar de comer a sus perras y sus cachorros. Le dejó a Ártemis tres sabuesos de orejas caídas, dos abigarrados y uno moteado, que juntos eran capaces de arrastrar leones vivos hasta sus perreras, y siete veloces galgos de Esparta.5
e. Tras haber capturado vivas a dos parejas de ciervas, las enganchó a un carro de oro con embocaduras del mismo metal y puso rumbo al norte por el monte Hemo de Trada. En el Olimpo misio se fabricó su primera antorcha de pino y la encendió con las pavesas de un árbol derribado por un rayo. Cuatro veces probó su arco de plata: los dos primeros blancos fueron árboles; el tercero, un animal salvaje; el cuarto, una ciudad de hombres injustos.6
f. Luego regresó a Grecia, donde las ninfas amisias desuncieron a sus ciervas, las almohazaron, las alimentaron con el trébol que crece al instante en la dehesa de Hera, del cual comían también los corceles de Zeus, y les dieron de beber en abrevaderos de oro.7
g. Una vez, el dios fluvial Alfeo, hijo de Tetis, tuvo la osadía de enamorarse de Ártemis y perseguirla por toda Grecia. Pero ella llegó a Letrini, en Élide (algunos dicen incluso que hasta la lejana isla de Ortigia, cerca de Siracusa), donde se embadurnó la cara y la de todas sus ninfas con lodo blanco para que nadie la distinguiera entre ellas. Alfeo se vio obligado a abandonar, siendo objeto de risas burlonas.8
h. Ártemis exigía a sus damas la misma castidad que practicaba ella. Cuando Zeus sedujo a una de ellas, Calisto, hija de Licaón, Ártemis se dio cuenta de que estaba embarazada. La transformó en una osa y llamó a la jauría, que la habría perseguido hasta destrozarla de no ser porque Zeus la llevó al cielo, poniendo después su imagen entre las estrellas. Pero otros dicen que fue el mismo Zeus quien transformó a Calisto en osa, y que la celosa Hera hizo que Ártemis la cazara por error. El hijo de Calisto, Arcas, fue salvado, y se convirtió en el antepasado de los arcadios.9
i. En otra ocasión Acteón, hijo de Aristeo, estaba apoyado en una roca cerca de Orcómenes cuando por casualidad vio que Ártemis estaba bañándose en un arroyo cercano, y se quedó mirándola. Para evitar que se le ocurriera jactarse ante sus compañeros de que ella se había mostrado desnuda en su presencia, lo convirtió en ciervo e hizo que lo despedazara su jauría de cincuenta sabuesos.10
1. La Doncella del Arco de Plata, a la que los griegos incluyeron en la familia olímpica, era el miembro más joven de la tríada de Ártemis, siendo «Ártemis» un título más de la triple diosa Luna. Por tanto, tenía derecho a alimentar a sus ciervas con trébol, símbolo de la trinidad. Su arco de plata representaba la luna nueva. Pero la Ártemis olímpica era algo más que una doncella. En otros lugares, como por ejemplo Éfeso, era adorada en su segunda persona, es decir, como Ninfa, una Afrodita orgiástica con un consorte varón, siendo sus principales emblemas la palmera (véase 14.a), el ciervo y la abeja (véase 18.3). Sus poderes en la obstetricia pertenecen más bien a la Vieja, al igual que sus flechas mortales; y las sacerdotisas de nueve años son un recordatorio de que el número mortal de la luna es tres veces tres. Recuerda a la «Dama de las cosas salvajes» cretense, aparentemente la suprema Ninfa-diosa de las arcaicas sociedades totémicas; y el baño ritual en que la sorprendió Acteón, tal como las ciervas de su carro (véase 125.a) y las codornices de Ortigia (véase 14.3), parecen más propias de la Ninfa que de la Doncella. Al parecer, Acteón era un rey sagrado del culto al ciervo prehelénico, que era despedazado al finalizar su reinado de cincuenta meses, a saber, la mitad de un Gran Año, mientras que su sucesor reinaba el resto. La Ninfa tomaba el baño como correspondía, después y no antes del asesinato. Existen numerosos paralelismos con esta costumbre ritual en los mitos irlandés y galés, y en una fecha ya tan tardía como finales del siglo I de nuestra era, un hombre vestido con piel de ciervo era periódicamente perseguido y matado en el monte Liceo de Arcadia (Plutarco: Cuestiones griegas 39). Los sabuesos eran probablemente blancos con orejas rojas, como los «sabuesos del infierno» de la mitología céltica. Hubo una quinta cierva con cuernos que se le escapó a Ártemis (véase 125.a).
2. El mito de su persecución por Alfeo parece modelado sobre la base de la infructuosa persecución de éste a Aretusa, quedando ella convertida en fuente y él en río (Pausanias: v.7.2), y es posible que hayan sido inventados para explicar el yeso, o arcilla blanca, con que las sacerdotisas de Ártemis Al fea se embadurnaban la cara en Letrini y Ortigia en honor de la Diosa Blanca. Alph significa tanto blancura como producto cereal; alphos es lepra; alphe, beneficio; alphiton, cebada perlada; Alphito era la Diosa Blanca del Cereal en su aspecto de Cerda. La estatua más famosa de Artemis en Atenas se llamaba «la del rostro blanco» (Pausanias: i.26.4). El significado de Artemis es dudoso. Puede provenir de artemes, «de miembros fuertes»; de artao, ya que los espartanos la llamaban Artamis, «la que despedaza»; o de airo y temis, «la suprema emplazadora». También es posible que themis signifique «agua», ya que la luna era considerada origen de todas las aguas.
3. Ortigia, «isla de las codornices», cerca de Délos, también estaba consagrada a Artemis (véase 14.a).
4. El mito de Calisto se ha contado para dar una explicación de las dos niñas vestidas de osas que aparecían en el festival ático en honor de Ártemis Brauronia y de la tradicional conexión entre Ártemis y la Osa Mayor. Pero se puede presuponer una versión anterior del mito en la que Zeus seduce a Ártemis, aunque ella se transformó antes en osa y luego se embadurnó la cara con yeso para intentar escapar de él. Originalmente, Ártemis era la regente de las estrellas, pero se las tuvo que entregar a Zeus.
5. La razón de que le arrancara el pelo a Brontes es dudosa. Quizás Calimaco se refería en broma a algún conocido cuadro que representaba el acontecimiento y en el que podría haberse levantado la pintura que se hallaba en el pecho del cíclope.
6. Como «Señora de las Cosas Salvajes», o patrona de todos los clanes totémicos, Ártemis habría recibido anualmente un holocausto vivo de animales, plantas y pájaros totémicos. Este sacrificio sobrevivió en la época clásica en Patras, ciudad de Calidonia (Pausanias: iv.32.6), donde se llamaba a la diosa Ártemis Lafria. En Mesenia recibía un sacrificio análogo de los Curetes, representantes de un clan totémico (iv.32.9); y se conoce otro de Hierápolis, donde las víctimas eran colgadas de los árboles de un bosque artificial creado dentro del templo de la diosa (Luciano: Sobre la diosa siria 41).
7. El olivo era el árbol consagrado a Atenea, la palmera a Isis y Lat. Poseo un sello de abalorio de mediados de la época minoica en el que se ve a la diosa de pie junto a una palmera, vestida con una falda de hojas de palma y sosteniendo una pequeña palmera en su mano mientras observa a un ternero de Año Nuevo naciendo entre un racimo de dátiles. Al otro lado del árbol hay un toro moribundo, evidentemente el toro real del Año Viejo.