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24. Naturaleza y hechos de Deméter

a. Aunque las sacerdotisas de Deméter, diosa del sembrado, inician a las novias y novios en los secretos del lecho matrimonial, ella no tiene esposo propio. Siendo aún joven y alegre tuvo a Core y al robusto Yaco fuera del matrimonio, hijos de su hermano Zeus.1 También tuvo a Pluto con el titán Yasio, o Yusión, de quien se enamoró en la boda de Cadmo y Harmonía. Enardecidos por el néctar que manaba como agua en el banquete, los amantes salieron a hurtadillas de la mansión y se acostaron abiertamente en un campo trillado tres veces. Al volver, Zeus, adivinando lo que habían hecho por la expresión de su semblante y por el barro que tenían en brazos y piernas, se enfureció con Yasio por haberse atrevido a tocar a Deméter y lo mató con su rayo. Pero otros dicen que a Yasio lo mató su hermano Dárdano, o que lo despedazaron sus propios caballos.2

b. Deméter era un alma cándida, y una de las pocas personas a las que trató con dureza fue Erisictón, hijo de Tríopas. Al frente de veinte compañeros, Erisictón se atrevió a invadir un bosque que los pelasgos habían plantado para ella en Dotio, y empezó a talar los árboles sagrados con el objeto de obtener la madera que necesitaba para construir su nuevo salón de banquetes. Deméter adoptó la forma de Nicipe, sacerdotisa del bosque, y le ordenó de muy buenas maneras que desistiera de su propósito. Sólo cuando la amenazó con el hacha se manifestó ella en todo su esplendor y le condenó a sufrir de hambre eternamente, por mucho que comiera. Él regresó para comer y disfrutó todo el día a costa de sus padres, pero cuanto más comía, más hambre tenía y más delgado se quedaba, hasta que al fin ellos no pudieron hacer frente al gasto de comida y se tuvo que convertir en mendigo pidiendo por las calles y comiendo de las basuras. Al contrario, al cretense Pandáreo, que robó el perro de oro de Zeus vengándola así por la muerte de Yasio, Deméter le concedió el don real de no sufrir nunca dolor de vientre.3

c. Deméter perdió su alegría para siempre cuando le fue arrebatada la joven Core, a la que después se conoció con el nombre de Perséfone. Hades se enamoró de Core y fue a pedirle a Zeus que diera su permiso para casarse con ella. Zeus tuvo miedo de ofender a su hermano mayor con una negación categórica, pero también sabía que Deméter no le perdonaría si Core era condenada al Tártaro, así que le dio una diplomática respuesta diciendo que no podía dar ni negar su consentimiento. Esto envalentonó a Hades, quien raptó a la muchacha mientras recogía flores en una pradera en la Enna siciliana, o en Colono del Ática, o en algún lugar de Creta, o cerca de Pisa o de Lerna, junto al Penco arcadio, o en la Nisa beocia, o en cualquier otro lugar de las distantes regiones que recorrió Deméter en su errante búsqueda de Core. Pero sus propios sacerdotes dicen que fue en Eleusis. Buscó a Core sin descanso durante nueve días y nueve noches, sin comer ni beber, llamándola infructuosamente todo el tiempo. Las únicas noticias que pudo obtener se las proporcionó la vieja Hécate, quien un día de madrugada había oído a Core gritando: «¡Violación! ¡Violación!», pero al apresurarse a rescatarla no había encontrado ni rastro de ella.4

d. Al décimo día, después de un desagradable encuentro con Posidón entre los rebaños de Onco, Deméter llegó disfrazada a Eleusis, donde el rey Céleo y su esposa Metanira la recibieron con toda hospitalidad y fue invitada a quedarse allí como nodriza de Demofonte, el príncipe recién nacido. Su hija coja, Yambe, trató de consolar a Deméter con versos cómicamente procaces y el ama seca, la vieja Baubo, la convenció con bromas de que bebiera agua de cebada. De repente se puso a gritar como si estuviera de parto e inesperadamente la vieja sacó de debajo de la falda de Deméter al hijo de ésta, Yaco, que saltó a los brazos de su madre y la besó.

e. «¡Con qué ansiedad bebes!», exclamó Abante, hijo mayor de Céleo, mientras Deméter bebía de un trago todo un jarro de agua de cebada enriquecida con aroma de menta. Deméter le lanzó una mirada severa y lo convirtió en lagarto. Sintiéndose después un poco avergonzada, decidió hacerle un favor a Céleo concediendo la inmortalidad a su hijo Demofonte. Esa noche lo sostuvo sobre el fuego para quemar su mortalidad. Metanira, que era hija de Anfictión, entró por casualidad en la estancia antes de que terminara el ritual y rompió el hechizo, a consecuencia de lo cual Demofonte murió. «¡La mía es una casa llena de desgracias!», se lamentó Céleo, llorando el destino de sus dos hijos, y desde entonces fue llamado Disaules. «Seca tus lágrimas, Disaules», dijo Deméter. «Todavía te quedan tres hijos, incluido Triptólemo, a quien deseo otorgar tan grandes dones que te harán olvidar la pérdida de los otros dos.»

f. Triptólemo, que guardaba los ganados de su padre, había reconocido a Deméter y le había dado las pistas que necesitaba: diez días antes sus hermanos Eumolpo, que era pastor, y Eubuleo, el porquerizo, estaban en los campos donde pacían los animales cuando de repente se abrió una grieta en la tierra tragándose a los puercos de Eubuleo ante sus propios ojos. Luego, con un fuerte ruido sordo de cascos, apareció un carro tirado por caballos negros y se hundió en la grieta. La cara del jinete era invisible, pero su brazo derecho sujetaba con fuerza a una chica que gritaba. Eubuleo relató el suceso a Eumolpo y éste lo hizo tema de un lamento.

g. Provista con este testimonio, Deméter hizo llamar a Hécate. Juntas fueron a ver a Helio, que todo lo ve, y le obligaron a admitir que Hades había sido el autor de la fechoría, sin duda con la connivencia de su hermano Zeus. Deméter estaba tan furiosa que, en vez de volver al Olimpo, continuó vagando por la tierra, prohibiendo a los árboles dar sus frutos y a las hierbas crecer hasta que la raza humana estuviera en peligro de extinción. Zeus, que por vergüenza no se atrevía a visitar a Deméter en Eleusis, le envió primero un mensaje con Iris (mensaje que ella ignoró) y luego una delegación de dioses olímpicos con regalos de conciliación, suplicándole que se sometiera a su voluntad. Pero ella no regresó al Olimpo y juró que la tierra seguiría siendo estéril hasta que le devolvieran a Core.

h. A Zeus sólo le quedó entonces una alternativa. Envió a Hermes con un mensaje para Hades: «Si no devuelves a Core, estamos todos perdidos», y otro para Deméter: «Podrás tener a tu hija de vuelta a condición de que no haya probado todavía el alimento de los muertos».

i. Desde su secuestro, Core se había negado a comer incluso un mendrugo de pan, así que Hades se vio obligado a disimular su humillación diciendo amablemente a Core: «Hija mía, parece que no eres feliz aquí y tu madre llora por ti. Por tanto, he decidido mandarte de nuevo a tu casa».

j. Core dejó de llorar y Hermes le ayudó a montar en su carro. Pero, en el momento en que partía hacia Eleusis, uno de los jardineros de Hades, llamado Ascálafo, empezó a gritar sarcásticamente: «¡He visto a la señora Core coger una granada de un árbol del jardín y comer siete granos, así que estoy dispuesto a testificar que ha probado la comida de los muertos!». Hades le sonrió y le dijo que se encaramara a la parte trasera del carro de Hermes.

k. Una vez en Eleusis, Deméter abrazó jubilosa a Core, pero al enterarse de la noticia de la granada se sintió más abatida que nunca y volvió a decir: «No volveré al Olimpo nunca más ni retiraré la maldición que he lanzado sobre la tierra». Entonces Zeus convenció a Rea, madre de Hades, Deméter y él mismo, para que le implorara que volviera y finalmente llegaron a un compromiso: Core debía pasar tres meses al año en compañía de Hades como Reina del Tártaro, con el nombre de Perséfone, y los nueves meses restantes con Deméter. Hécate se ofreció para asegurar que se cumpliera este acuerdo y velar constantemente por Core.

l. Finalmente Deméter consintió en volver a casa. Antes de salir de Eleusis instruyó en su culto y misterios a Triptólemo, Eumolpo y Céleo (junto con Diocles, rey de Feras, quien le había ayudado todo este tiempo a buscar a Core). Pero castigó a Ascálafo por chismoso arrojándolo a un agujero que tapó con una enorme roca, y del cual fue rescatado finalmente por Heracles, quien lo transformó en un búho de orejas cortas.5 Deméter también recompensó a los Feneacios de Arcadia, en cuya casa descansó después de haber sido ultrajada por Posidón, con todos los tipos de grano, pero les prohibió sembrar habas. Un tal Ciamites fue el primero que se atrevió a hacerlo; y tiene un altar junto al río Cefiso.6

m. A Triptólemo le dio grano para sembrar, un arado de madera y un carro tirado por serpientes, y le envió por todo el mundo para enseñar a los humanos el arte de la agricultura. Pero primero le dio lecciones en la Llanura Raria, que es por lo que algunos le llaman hijo del rey Raro. Y a Fítalo, que tan amablemente la había tratado en las orillas del río Cefiso, le regaló una higuera, la primera que se vio en el Atica, y le enseñó a cultivarla.7

1. Core, Perséfone y Hécate eran claramente la diosa en tríada como Doncella, Ninfa y Vieja, en una época en que sólo las mujeres practicaban los misterios de la agricultura. Core representa el grano verde, Perséfone la espiga madura y Hécate el grano cosechado —la «vieja esposa» del campo inglés. Pero Deméter era el título general de la diosa y a Core se le dio el nombre de Perséfone, lo cual da lugar a confusión en la historia. El mito de la aventura de Deméter en los campos trillados tres veces apunta a un rito de la fertilidad que sobrevivió hasta no hace tanto tiempo en los Balcanes: la sacerdotisa de los cereales copulaba en público con el rey sagrado en el período otoñal de la siembra para asegurar una buena cosecha. En el Ática se araba el campo primero en primavera; luego, tras la cosecha de verano, se araba en perpendicular con una reja más fina, y finalmente, cuando se habían ofrecido los sacrificios a los dioses de la labranza, se araba de nuevo en la dirección original durante el mes otoñal de Pianepsión para preparar la siembra (Hesíodo: Los trabajos y los días 432-3, 460, 462; Plutarco: Sobre Isis y Osiris 69; Contra Colotes 22).

2. Perséfone (de phero y phonos, «la que lleva la destrucción»), llamada también Persefata en Atenas (de ptersis y ephapto, «la que fija la destrucción») y Proserpina («la temida») en Roma, era, al parecer, un título de la Ninfa cuando sacrificaba al rey sagrado. El título de «Hécate» («un centenar») parece referirse a los cien meses lunares del reinado del rey y a la céntuple cosecha. La muerte del rey por un rayo, o despedazado a mordiscos por los caballos, o a manos de su sucesor, era su destino común en la primitiva Grecia.

3. El rapto de Core por Hades forma parte del mito en que la trinidad helénica de dioses se casa obligadamente con la triple diosa prehelénica: Zeus con Hera, Zeus o Posidón con Deméter, Hades con Core; igual que en el mito irlandés, Brian, luchar y Iucharba se casan con la triple diosa Eire, Fodhla y Banbha (véanse 7.6 y 16.7). Esto se refiere a la usurpación masculina de los misterios femeninos de la agricultura en tiempos primitivos. Así, el incidente de la negativa de Deméter a proporcionar grano a la raza humana es sólo una versión más de la conspiración de Ino para destruir la cosecha de Atamante (véase 70.c). Además, el mito de Core explica el entierro durante el invierno de una muñeca hecha de cereales que se desenterraba a comienzos de la primavera cuando empezaba a brotar la siembra. Esta costumbre prehelénica sobrevivió en las zonas rurales durante la época clásica, y se encuentra ilustrada por las pinturas de jarrones en las que aparecen hombres sacando a Core de un montón de tierra con piquetas o rompiendo con hachas la cabeza de la Madre Tierra.

4. La historia de Erisictón, hijo de Tríopas, es una anécdota moral: entre los griegos, lo mismo que entre los latinos y los primitivos irlandeses, la tala de un bosque sagrado estaba castigada con la pena de muerte. Pero un hambre desesperada e insaciable, a la que los isabelinos llamaban «el lobo», no era un castigo apropiado para la tala de árboles sagrados, y el nombre de Erisictón —hijo también de Cécrope el patriarcalista e introductor de las tortas de cebada (véase 25.d)— significa «el que rompe la tierra», lo que sugiere que su verdadero crimen fue atreverse a arar sin el consentimiento de Deméter, como Atamante. El robo del perro de oro por Pandáreo apunta a la intervención cretense en Grecia, cuando los aqueos intentaron reformar el ritual agrícola. Este perro, arrebatado a la diosa Tierra, parece haber sido la prueba evidente de que el rey supremo aqueo consiguió su independencia de ella (véase 124./).

5. Los mitos de Hilas («del bosque»; véase 150./), Adonis (véase 18.7), Litierses (véase 136.e) y Lino (véase 147./) describen el luto anual por el rey sagrado, o el muchacho que le sustituía, sacrificado para apaciguar a la diosa de la vegetación. Este mismo sustituto aparece en la leyenda de Triptólemo, que conducía un carro tirado por una serpiente llevando sacos de grano, para simbolizar que su muerte traía la abundancia. Era también Plutón («la riqueza»), engendrado en el campo arado, del cual Hades tomó prestado el eufemístico título de «Pluto». Triptólemo (triptolmaios, «tres veces osado») puede ser un título concedido al rey sagrado por haberse atrevido tres veces a labrar el campo y copular con la sacerdotisa del cereal. Céleo, Diocles y Eumolpo, a quien Deméter enseñó el arte de la agricultura, representan las cabezas sacerdotales de la Liga Anfictiónica —Metanira es descrita como hija de Anfictión—, que le rendían honores en Eleusis.

6. Era en Eleusis («adviento»), una ciudad micénica, donde se celebraban los grandes Misterios Eleusinos en el mes llamado Boedromión («correr en busca de ayuda»). Los extasiados iniciados de Deméter consumaban simbólicamente su romance con Yasión, o Triptólemo, o Zeus, en un recodo interior del santuario moviendo arriba y abajo un objeto fálico dentro de una bota alta de mujer; de ahí que Eleusis sugiera el gastado nombre derivado de Eilythuies, «[el templo] de la que se enfurece en un escondite». Los mistagogos, vestidos de pastores, entraban luego con gritos de júbilo y mostraban un aventador que contenía al niño Brimus, hijo de Brimo («la iracunda»), fruto inmediato de este matrimonio ritual. Brimo era un título de Deméter y Brimus un sinónimo de Plutón, pero sus celebrantes le conocían más como Yaco, del bullicioso himno Yaco que se cantaba el sexto día de los Misterios durante una procesión con antorchas que partía del templo de Deméter.

7. Eumolpo representa a los pastores cantores que introducían al niño; Triptólemo es un vaquero al servicio de la diosa-luna Ío como vaca (véase 56./), que regaba las semillas de grano; y Eubuleo era un porquerizo al servicio de la diosa Marpesa (véanse 74.4 y 96.2), Forcis, Cere o Cerdo, la diosa Cerda, que hacía germinar el grano. Eubuleo fue el primero en revelar el destino de Core, porque «porquerizo» en el primitivo mito europeo significa adivino o mago. Así pues, Eumeo («buscar bien»), el porquerizo de Odiseo (véase 171.a), recibía el nombre de dios («deiforme») y, aunque en la época clásica los porquerizos hacía tiempo que habían dejado de ejercer el arte de la profecía, aún se seguían sacrificando cerdos a Deméter y Perséfone arrojándolos por precipicios naturales. No se dice que Eubuleo se hubiera beneficiado de la instrucción de Perséfone, probablemente porque su culto como diosa Cerda había sido suprimido en Eleusis.

8. «Raro», ya sea que signifique «hijo abortivo» o «matriz», es un nombre poco apropiado para un rey, y seguramente se refería a la matriz de la madre del Cereal de la cual brotaba el grano.

9. Yambe y Baubo personifican las canciones obscenas en metro yámbico que se cantaban para aliviar la tensión emocional en los Misterios Eleusinos, pero Yambe, Deméter y Baubo forman la conocida tríada de Doncella, Ninfa y Vieja. Las viejas nodrizas en el mito griego casi siempre son representaciones de la diosa como Vieja. Abante se transformó en lagarto porque éstos se encuentran en los lugares más tórridos y secos y pueden vivir sin agua. Esta es una anécdota moral contada para enseñar a los niños respeto a sus mayores y reverencia a los dioses.

10. La fábula del intento de Deméter de hacer inmortal a Demofonte es similar a los mitos de Medea (véase 156.a) y Tetis (véase 181.r). En parte se refiere a la extendida costumbre primitiva de «inmunizar» a los niños contra los malos espíritus rodeándolos con fuego sagrado en el momento de nacer, o con una tapadera caliente colocada debajo de ellos; y en parte a la costumbre de quemar niños hasta morir como un sacrificio sustitutivo del rey sagrado (véase 92.7), dándoles así la inmortalidad. Céleo, nombre del padre de Demofonte, puede que signifique «quemador» además de «pájaro carpintero» y «hechicero».

11. Existía un tabú primitivo sobre los alimentos de color rojo, que sólo se podían ofrecer a los muertos (véase 170.5); y se suponía que la granada brotaba —como la anémona escarlata de ocho pétalos— de la sangre de Adonis, o Tammuz (véase 18.7). Los siete granos de granada representan quizás las siete fases de la luna durante las cuales los agricultores esperan que aparezcan los primeros tallos verdes de la espiga. Pero Perséfone comiendo la granada es originalmente Sheol, la diosa del Infierno que devoró a Tammuz, mientras que Ishtar (la misma Sheol pero con una apariencia distinta) llora para dar paz al fantasma del difunto. Hera, como antigua diosa de la muerte, también sostenía una granada.

12. El ascalaphos, o búho de orejas cortas, era un pájaro de mal agüero y la fábula de su chismorreo se relata para explicar el bullicio de búhos en noviembre, antes de que empezara la ausencia de Core durante los tres meses de invierno. Heracles puso en libertad a Ascálafo (véase 134.d).

13. El regalo que hizo Deméter de un higo a Fítalo, miembro de una de las familias más importantes del Atica (véase 97.a), significa simplemente que la práctica de la cabrahigadura —la polinización del árbol doméstico con una rama del silvestre— dejó de ser una prerrogativa femenina al mismo tiempo que dejó de serlo la agricultura. La prohibición de que los hombres sembraran habas parece haber sobrevivido a la prohibición del grano debido a la estrecha relación existente entre las habas y los fantasmas. En Roma las habas se arrojaban a los fantasmas durante el festival de Todas las Ánimas, y si de una de ellas salía una planta, y una mujer comía sus frutos, quedaba preñada por un espíritu fantasmal. De ahí que los pitagóricos se abstuvieran de comer habas por miedo a negar a uno de sus antecesores la posibilidad de reencarnarse.

14. Se dice que Deméter llegó a Grecia desde Creta, y que desembarcó en Toricos, en Ática (Himno a Deméter 123). Esto es bastante probable: los cretenses mismos se habían establecido en el Ática, donde fueron los primeros en explotar las minas de plata del Laurio. Además, Eleusis es un emplazamiento micénico, y Diodoro Sículo (v.77) dice que ritos similares al eleusino se realizaban en Cnosos para todos los que querían asistir, y que (v.79), según los cretenses, todos los ritos de iniciación fueron inventados por sus antecesores. Pero el origen de Deméter se debe buscar en Libia.

15. Según Ovidio, las flores que recogía Core eran amapolas. Una imagen de la diosa con cabezas de adormidera en su tocado se encontró en Gazi, Creta; otra diosa tallada en una moldura de Palaiokastro sostiene adormideras en su mano; y en el anillo de oro del tesoro de la Acrópolis de Micenas, una Deméter sentada entrega tres adormideras a una Core erguida. Las semillas de adormidera se utilizaban como condimento para hacer pan, y naturalmente están asociadas con Deméter, ya que crecen en los campos de cereales. Pero Core recoge o acepta adormideras debido a sus cualidades soporíferas y porque su color escarlata promete la resurrección después de la muerte (véase 27.12), y ella está a punto de retirarse a su sueño anual.

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