Читать книгу Los mitos griegos - Robert Graves - Страница 32
Оглавление26. Naturaleza y hechos de Pan
a. Varios dioses y diosas poderosos de Grecia no se han incluido nunca entre la docena olímpica. Por ejemplo Pan, un tipo humilde, ahora muerto, se contentó con vivir sobre la tierra en la rural Arcadia; y Hades, Perséfone y Hécate sabían que su presencia no era bien recibida en el Olimpo, y la Madre Tierra era demasiado vieja y apegada a sus costumbres como para adaptarse a la vida familiar de sus nietos y bisnietos.
b. Algunos dicen que Hermes engendró a Pan con Dríope, hija de Dríope; o con la ninfa Énoe; o con Penélope, esposa de Odiseo, a la que visitó en forma de carnero; o con la cabra Amaltea.1 Se dice que era tan feo al nacer, con cuernos, barba, cola y patas de cabra, que su madre huyó asustada y Hermes lo llevó al Olimpo para divertir a los dioses. Pero Pan era hermano adoptivo de Zeus, y por tanto bastante más mayor que Hermes, o que Penélope, la cual (dicen otros) le concibió de todos los pretendientes que la cortejaron durante la ausencia de Odiseo. Incluso hay quien le considera hijo de Crono y Rea; o de Zeus e Hibris, que es la explicación más plausible.2
c. Vivía en la Arcadia, donde cuidaba de sus rebaños, manadas y colmenas, participaba en las juergas de las ninfas montañesas y ayudaba a los cazadores a encontrar su presa. En general era tranquilo y perezoso. Nada le gustaba más que la siesta, y se vengaba de los que venían a perturbar su sueño lanzándoles un grito desde una cueva o caverna que les ponía los pelos de punta. A pesar de eso, los arcadios le tenían tan poco respeto que, si alguna vez regresaban después de un largo día de caza con las manos vacías, se atrevían a tirarle escilas.3
d. Pan sedujo a varias ninfas, entre ellas a Eco, quien le dio a Ifinge y tuvo un final desgraciado por amar a Narciso; y a Eufema, nodriza de las Musas, quien le dio a Croto, el Arquero del Zodíaco. También presumía de haber copulado con todas las Ménades borrachas de Dioniso.4
e. En una ocasión intentó violar a la casta Pitis, que escapó de él fácilmente metamorfoseándose en abeto, una rama del cual llevó desde entonces Pan como guirnalda. Otra vez persiguió a la casta Siringe desde el monte Liceo hasta el río Ladón, donde ella se transformó en una caña, y, como no pudo distinguirla del resto, cortó varias cañas al azar e hizo una siringa. Su mayor éxito amoroso fue la seducción de Selene, para lo cual se cubrió su piel de cabra velluda y negra con vellones blancos bien lavados. Sin darse cuenta de quién era en realidad, Selene consintió en montar a lomos suyos y le dejó hacer lo que quiso con ella.5
f. Los dioses olímpicos utilizaban en provecho propio los poderes de Pan, a pesar de que le despreciaban por su simplicidad y su afición a los escándalos. Apolo le sonsacó el arte de la profecía, y Hermes copió una flauta que se le cayó a Pan y, afirmando que él mismo la había inventado, se la vendió a Apolo.
g. Pan es el único dios que ha muerto en nuestra época. La noticia de su muerte llegó a través de un tal Tamo, marinero de un barco que iba con rumbo a Italia haciendo escala en la isla de Paxi. Una voz divina gritó desde el mar: «¡Tamo, ¿estás ahí? Cuando llegues a Palodes encárgate de anunciar que ha muerto el gran dios Pan!», lo cual cumplió Tamo. La noticia fue recibida desde tierra con gemidos y lamentos.6
1. Pan, cuyo nombre se deriva habitualmente de paein, «pastar», representa al «demonio», u «hombre erguido», del culto arcadio de la fertilidad, que guardaba gran similitud con el culto de las brujas del noroeste de Europa. Este hombre, vestido con una piel de cabra, era el amante elegido por las Ménades ebrias durante sus orgías en las altas montañas, y antes o después pagaba este privilegio con su muerte.
2. Los relatos sobre el nacimiento de Pan varían mucho. Teniendo en cuenta que Hermes era la fuerza residente en una piedra fálica que formaba el centro de estas orgías (véase 14.7), los pastores describían a su dios Pan como hijo de Hermes tenido con un pájaro carpintero, cuyo fuerte picoteo se suponía que atraía la deseada lluvia estival. El mito de que fue padre de Pan con Énoe se explica por sí solo, aunque las Ménades originales usaban otros estupefacientes aparte del vino (véase 27.2), y el nombre de su famosa madre Penélope («la que lleva una red sobre el rostro») sugiere que las Ménades llevaban algún tipo de pintura de guerra para las orgías, recordando las rayas del penelope, una variedad de pato. Plutarco dice (Sobre las demoras del castigo divino 12) que las Ménades que mataron a Orfeo habían sido tatuadas por sus esposos como castigo (véase 28./) y que una ménade cuyos brazos y piernas estaban tatuados con un motivo a rayas aparece en una vasija del Museo Británico (Catálogo E.301). La visita de Hermes a Penélope en forma de camero —el demonio carnero es tan común como la cabra en el culto de las brujas del noroeste—, su preñez por todos los pretendientes (véase 171.7) y la jactancia de Pan de haber copulado con todas las Ménades aluden al carácter promiscuo de las orgías en honor de la diosa-abeto Pitis o Elate (véase 78.7). Los montañeses arcadios eran los habitantes más primitivos de Grecia (véase 1.5), y sus vecinos, más civilizados, manifestaban su desprecio hacia ellos.
3. El hijo de Pan, el torcecuello o pájaro-serpiente, era un ave que venía emigrando en primavera y se utilizaba para encantamientos eróticos (véanse 56.1 y 152.2). Las escilas o cebollas albarranas contienen un veneno irritante —muy efectivo contra ratas y ratones— y se utilizaban como purgante y diurético antes de tomar parte en un acto ritual, por lo que llegaron a identificarse con la eliminación de malas influencias (Plinio: Historia Natural xx.39), y la imagen de Pan se azotaba con estas cebollas cuando la caza era escasa (véase 108.70).
4. Su seducción de Selene debe referirse a una orgía de la Víspera de Mayo a la luz de la luna en que la joven Reina de Mayo montaba en la espalda de su hombre antes de celebrar un casamiento selvático con él. Por esta época el culto del carnero había sustituido al de la cabra en la Arcadia (véase 27.2).
5. Al parecer, el egipcio Tamo oyó mal el lamento ceremonial Thamus Panmegas Tethnece («¡El todopoderoso Tammuz ha muerto!») y entendió: «¡Tamo, el gran Pan ha muerto!». En cualquier caso, Plutarco, sacerdote de Delfos en la segunda mitad del siglo I a.C., así lo creyó y lo publicó; pero cuando Pausanias hizo su viaje por Grecia, aproximadamente un siglo después, encontró santuarios de Pan, altares, cuevas sagradas y montañas sagradas dedicadas a él que aún eran muy frecuentadas.