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33. Los hijos del Mar

a. Las cincuenta Nereidas, amables y benefactoras ayudantes de la diosa marina Tetis, son sirenas, hijas de la ninfa Dóride y Nereo, el profético anciano del mar que tenía el poder de cambiar de forma.1

b. Las Fórcides, sus primas, hijas de Ceto y Forcis, otro sabio anciano, son Ladón, Equidna y las tres Gorgonas que habitan en Libia, además de las tres Grayas, y, según dicen algunos, las tres Hespérides. Las Gorgonas se llamaban Esteno, Euríales y Medusa, y hubo un tiempo en que las tres fueron hermosas. Pero una noche Medusa yació con Posidón, y Atenea, enfurecida porque habían copulado en uno de sus templos, la convirtió en un monstruo alado con ojos deslumbrantes, dientes enormes, una enorme lengua saliendo de su boca, garras afiladas y cabellos serpentinos, y la maldijo con una mirada que convertía a los hombres en piedras. Cuando finalmente Perseo decapitó a Medusa, y de su cuerpo muerto salieron los hijos engendrados por Posidón, Crisaor y Pegaso, Atenea clavó la cabeza en su égida, aunque algunos dicen que la égida era la propia piel de Medusa, a la que había desollado Atenea.2

c. Las Grayas tenían un rostro agradable y aspecto de cisnes, pero eran canosas de nacimiento, y entre las tres compartían un solo ojo y un solo diente. Sus nombres eran Enio, Pefredo y Dino 3

d. Las tres Hespérides, llamadas Hesperetusa, Egle y Eritia, habitan en el lejano jardín occidental que la Madre Tierra regaló a Hera. Algunos las llaman hijas de la Noche, otros hijas de Atlante y de Hespéride, la hija de Héspero. Las tres cantan dulcemente.4

e. La mitad de Equidna era una mujer hermosa, la otra mitad una serpiente moteada. Durante un tiempo vivió en una profunda caverna entre los arimos, donde comía hombres crudos, y dio toda una progenie de horribles monstruos a su esposo Tifón. Pero Argo, el de los cien ojos, la mató mientras dormía.5

f. Ladón era completamente serpiente, aunque dotado con el don del habla humana, y guardaba las manzanas doradas de las Hespérides hasta que Heracles lo mató.6

g. Nereo, Forcis, Taumante, Euribia y Ceto eran todos hijos nacidos de Ponto con la Madre Tierra; de ahí que las Fórcides y las Nereidas afírmen ser primas de las Harpías. Son las hijas rubias y de alas veloces de Taumante y la ninfa oceánica Electra, que arrebatan en vuelo a los criminales para ser castigados por las Erinias. Todas viven en una cueva cretense.7

1. Parece que el título Eurínome («amplio gobierno» o «gran viaje») de la diosa Luna proclamaba su gobierno sobre el cielo y la tierra; Euribia («amplia fuerza») era su título como gobernante del mar; y Eurídice («amplia justicia») era la gobernante atrapadora de serpientes en el mundo subterráneo. Los sacrificios masculinos humanos se le ofrecían como Eurídice, siendo su muerte causada aparentemente por veneno de víbora (véanse 28.4, 154.¿> y 168.e). La muerte de Equidna a manos de Argo se refiere probablemente a la supresión del culto argivo de la diosa-serpiente. Su hermano Ladón es la serpiente oracular que acecha en todos los paraísos enrollada al manzano (véase 133.4).

2. Entre los otros títulos marinos de Euribia estaban Tetis («la que dispone»), o su variante Tethys; Ceto, correspondiente al monstruo marino hebreo Rahab, o al babilonio Tiamat (véase 73.7); Nereide, como diosa del elemento húmedo; Electra, como proveedora de ámbar, un producto marino tenido en alta estima por los antiguos (véase 148.77); Taumante, como maravillosa; y Dáride, como generosa. Nereo —alias Proteo («primer hombre»)—, el «anciano rey del mar» profético, quien tomó su nombre de Nereide y no al contrario, parece haber sido un rey sagrado oracular enterrado en una isla costera (véase 133.d). En la pintura de un ánfora primitiva se le representa con cola de pez y con un león, un ciervo y una víbora saliendo de su cuerpo. En la Odisea, Proteo también cambiaba de forma para indicar las estaciones por las cuales iba pasando el rey sagrado desde el nacimiento hasta la muerte (véase 30.7).

3. Las cincuenta Nereidas parecen haber sido un colegio de cincuenta sacerdotisas cuyos mágicos ritos aseguraban tener una buena pesca. Y las Gorgonas eran representantes de la triple diosa que llevaban máscaras profilácticas —con el ceño fruncido, ojos deslumbradores y lengua saliente entre dientes descamados— para apartar a los profanos de los Misterios de la diosa (véase 73.9). Los Hijos de Homero conocían a una sola Gorgona, que era una sombra en el Tártaro (Odisea xi.633-635) y cuya cabeza, motivo de terror para Odiseo (Odisea xi.634), llevaba Atenea en su égida, sin duda para advertir a la gente de que no se atrevieran a indagar en los secretos que se ocultaban tras ella. Los panaderos griegos solían pintar máscaras de gorgonas en sus hornos para disuadir a los entrometidos que querían abrir la puerta para asomarse, haciendo así que la corriente de aire estropeara el pan. Los nombres de las Gorgonas —Esteno («fuerte»), Euríales («amplio vagabundeo») y Medusa («la astuta»)— son títulos de la diosa Luna. Los órficos llamaban a la cara de la luna «la cabeza de Gorgona».

4. La paternidad de Posidón sobre Pegaso y Medusa recuerda cuando engendró al caballo Arión en Deméter; al disfrazarse ella de yegua, enfureciéndose posteriormente (véase 16.;'). Ambos mitos describen cómo los helenos de Posidón eran obligados a casarse con las sacerdotisas de la Luna a pesar de llevar éstas las máscaras gorgonas, y a hacerse cargo de los rituales de invocación de la lluvia del culto del caballo sagrado. Pero aún se conservaba una máscara de Deméter en un arca de piedra de Feneo y el sacerdote de la diosa tenía que ponérsela cuando ejecutaba la ceremonia de golpear con varas a los espíritus infernales (Pausanias: viii.15.7).

5. Crisaor era el signo de la luna nueva de Deméter, la hoz o falce dorada que llevaban sus consortes cuando la representaban. En esta versión Atenea es la colaboradora de Zeus, renacida de su cabeza, que traiciona la antigua religión (véase 9.1). Las tres Harpías, consideradas por Homero como personificaciones de los vientos de las tormentas (Odisea xx.66-78), eran la antigua Atenea, la triple diosa en su capacidad de destructora repentina. Así lo eran también las tres Grayas, las Tres Grises, tal como demuestran sus nombres: Enio («belicosa»), Pefredo («avispa») y Dino («terrible»). Su único ojo y diente son malas interpretaciones de una pintura sagrada (véase 73.9), y el cisne es un ave de muerte en la mitología europea (véase 32.2).

6. Forcis, forma masculina de Fórcide, la Diosa o Cerda (véanse 74.4 y 96.2) que devora los cadáveres, aparece en latín como orcus, un título de Hades, y como porcus, «puerco». Las Gorgonas y las Grises eran llamadas Fórcides porque profanar los misterios de la Diosa era hacerse merecedor de la pena de muerte. Sin embargo, la sabiduría profética de Forcis debe referirse a un oráculo-cerda (véase 24.7).

7. Los nombres de las Hespérides, descritas bien como hijas de Ceto y Forcis, o de la Noche, o del titán Atlante que sostiene los cielos en el Lejano Oeste (véanse 39.1 y 133.e), se refieren a la puesta del sol. Entonces el cielo se toma verde, amarillo y rojo, como si fuera un manzano en fruto, y el Sol, cortado por el horizonte como una media manzana carmesí, encuentra dramáticamente su muerte en las olas de Occidente. Cuando el Sol ha desaparecido aparece Héspero. Esta estrella estaba consagrada a Afrodita, la diosa del Amor, y la manzana era el señuelo con el que su sacerdotisa seducía al rey, representante del Sol, para llevarlo a su muerte con canciones de amor. Si se corta una manzana en dos transversalmente, aparece una estrella de cinco puntas en cada una de las dos mitades.

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