Читать книгу Para hacer el cuento corto... - Hugo Hanisch Ovalle - Страница 38
La Babel de Pakistán
ОглавлениеPakistán era un conjunto de pueblos que unía apenas el islam, a pesar de sus numerosas sectas como eran los chiitas, sunitas, sufistas, wahabitas, ismaelitas y otras más tradicionales radicadas en la profundidad de los aislados valles interiores de las montañas. Estas estaban muy asociadas a clanes que se tenían odios feroces desde los tiempos de Mahoma.
El urdu es el idioma oficial, pero un porcentaje importante de la población habla cotidianamente sus propios dialectos locales. El inglés opera como lingua franca para asuntos de gobierno y lo habla una pequeña minoría, mientras el resto habla el urdu, una lengua que sincretiza los idiomas de los mercenarios turcos, persas y arábicos reclutados por los conquistadores mongoles. El urdu pakistaní, escrito de derecha a izquierda en caracteres cercanos al árabe es fonéticamente idéntico al hindi, que se escribe en sánscrito, por lo que las películas hindúes no necesitan traducción; nadie entendería los subtítulos.
A pesar del urdú, existían cuatro grandes idiomas nacionales en Pakistán y un sinfín de dialectos tribales en la frontera del noroeste. Dentro de los primeros estaban los que hablaban los penjabis, los sindhis, los baluchis y los pastunes, que no se entendían entre ellos, y otros dialectos que hablaban los tayikos, los cachemiros, los waziris, incluso había una lengua indogriega que se hablaba en las montañas, herencia de la conquista de Alejandro Magno hace veintitrés siglos, cuya esposa Roxana era una princesa originaria de ese lugar al norte del país. A pesar de ese enredo, el país tenía una férrea unidad nacional basada en su rivalidad con la India.
La estricta doctrina islámica obligaba a las personas a llamarse como una de las noventa y nueve formas con que se podía denominar al profeta. Los apellidos identificaban algún clan, lugar u origen y no eran necesariamente heredables. Los apellidos más usuales eran aquellos que conferían un honor a sus dueños y en Pakistán uno de los más comunes era Khan, que significaba jefe del clan. No era difícil imaginar la titánica labor que debía desarrollar su registro civil para identificar correctamente a tantos habitantes y millones de personas llamándose igual en diferentes idiomas y alfabetos. Las cédulas de identidad estaban escritas en cada lengua y alfabeto nativo, e inglés.
Una de las prioridades de cualquier administración tributaria era identificar de buena manera a sus contribuyentes para registrar sus impuestos y cruzar información para verificar su cumplimiento. Lograr un único identificador fiable fue entonces el primer gran proyecto para fortalecer un sistema capaz de recaudar las urgentes necesidades fiscales de un Estado que debía velar por el bienestar de doscientos veinte millones de habitantes.
Largas fueron las deliberaciones para diseñar el funcionamiento de un rol único tributario, y para ello me reunía con asesores legales, expertos tributarios, informáticos y representantes de las principales provincias del país. En una oportunidad les pregunté su nombre completo a las cuatro personas con que estaba reunido y quedé atónito al saber que todos se llamaban Imtiaz Khan, lo que significa “jefe bien amado de Dios”, pues los conocía por sus segundos nombres, también repetidos hasta la saciedad por sus referencias al profeta Mahoma.
Por esa razón, debimos ingeniarnos sesudamente para crear un identificador que considerara una transcripción fonética al inglés, el lugar y fecha de nacimiento, pero obviamente considerando el calendario musulmán, así que firmamos, tras un larguísimo esfuerzo de traducciones, un acuerdo, el sexto día de Ramadán de 1428, o sea nuestro 15 de mayo de 2007.