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2.4. CONSECUENCIAS

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El concepto de Interacción Cívico-Militar, en el marco del Enfoque Integral, implica antes que nada un cambio de mentalidad en todos los actores, que debe traducirse en primer lugar en la primacía de los objetivos generales sobre los particulares de cada organización. Cada uno de los actores debe aceptar que su labor no es más que uno de los esfuerzos necesarios para la consecución de un objetivo común. Ese objetivo solo podrá alcanzarse si se alcanzan los objetivos parciales: no hay seguridad sin desarrollo económico; ni desarrollo económico sin un gobierno legítimo y eficiente; ni es posible un gobierno de estas características sin seguridad. Solo si, por ejemplo, el mando militar es capaz de sacrificar avances inmediatos en el campo de la seguridad, para no comprometer objetivos de desarrollo o gobierno a largo plazo, la misión en su conjunto podrá ser exitosa. En segundo lugar, en un planeamiento individualizado acorde con el objetivo general. Cada organización debe ser capaz de planificar sus actividades teniendo en cuenta los planes y necesidades del resto, para evitar interferencias y maximizar sinergias y, por último, en el establecimiento de mecanismos de comunicación y transparencia. La aplicación de este nuevo enfoque hace necesaria una nueva cultura de colaboración y respeto en la que prime, por encima de todo, el conocimiento y la confianza mutuos y el intercambio de información.

El objetivo de la Interacción Cívico Militar es precisamente integrar este tipo de consideraciones en todas las fases del proceso de decisión militar: antes del inicio de una operación, durante su planeamiento y durante su ejecución140.

Antes del inicio de una operación, se trata de fomentar el conocimiento mutuo entre la fuerza militar y las organizaciones que, potencialmente, podrían acompañarla en futuras operaciones. La asistencia de personal militar a cursos, seminarios y ejercicios de organizaciones como ACNUR, la Cruz Roja, IOM, entre otras, unida a la presencia de personal de este tipo de organizaciones en cursos, seminarios y ejercicios militares permiten a unos y otros familiarizarse con el modus operandi del resto y asentar las bases de una relación de confianza fundamental para misiones futuras. Las universidades, como centros de investigación y de difusión del conocimiento, deben jugar también un papel fundamental en este proceso de aproximación y análisis conjunto, tan necesario para acometer con garantías de éxito futuras operaciones.

Es importante resaltar que, tanto en esta fase como en las posteriores, no se trata de incorporar expertos civiles a la organización militar; estos expertos (que en realidad da igual que sean civiles o militares) pueden aportar experiencia y conocimientos a los procesos de decisión militares y ser muy útiles en los cuarteles generales, pero no aportan lo que se precisa cuando se habla de Interacción. Para materializar este concepto no se busca a personas en su calidad de expertos en determinados campos, sino en su calidad de representantes de determinadas organizaciones. Su valor no radica en es su conocimiento, sino su calidad de enlace con otras organizaciones con las que se quiere colaborar o cooperar. Poco importa que el representante que envíe la ONU a un Cuartel General sea civil o militar, lo importante es que representa a esa organización de forma oficial y facilita la interacción entre las dos organizaciones. De la misma forma que un experto en asuntos humanitarios podrá ser de gran utilidad para asesorar al cuartel general, pero si no representa a una organización concreta, no puede decirse que contribuya directamente a la interacción cívico-militar.

El “tradicional” proceso de planeamiento de la OTAN para la respuesta a crisis tiene un marcado carácter unilateral: es un proceso de toma de decisiones “dentro” de la Alianza, orientado a obtener una solución militar para un problema militar. Para adaptarse a las exigencias de un enfoque integral, resulta de la máxima importancia que las valoraciones cívico-militares estén presentes en el proceso de planeamiento desde las primeras etapas del mismo y tengan una presencia relevante en su desarrollo, para poder corregir a tiempo las disfunciones que pudieran producirse141.

La interacción cívico militar asegura que en la toma de decisiones se tiene en cuenta el entorno civil, incluyendo los planes, posibilidades y necesidades de otras organizaciones. Estas organizaciones podrán en algunos casos estar presentes en los procesos de planeamiento, integrando representantes en la estructura militar de mando y control142, aunque esto no será lo normal. Lo normal es que sea el elemento de Cooperación Cívico-Militar del Cuartel General quien, a través de los distintos procedimientos de interacción, conozca las necesidades y posibilidades de actuación de otras organizaciones, informando de ellas a los grupos de planeamiento militar y responsabilizándose de coordinar las respectivas actuaciones. Lo mismo puede decirse de la presencia de personal militar en otras organizaciones, en calidad de representantes del cuartel general al que pertenecen.

Durante la ejecución, se hace necesario un estrecho enlace con las organizaciones presentes en el escenario de actuación. En esta fase la clave reside en un fluido intercambio de información que facilite la coordinación de actividades. Respetando las naturales necesidades de discreción, es imprescindible que cada actor sepa qué es lo que están haciendo los demás, como única manera de evitar conflictos sobre el terreno.

Estado de Derecho y construcción de la paz. El caso Afgano

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