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A) Libro Verde relativo al Medio Ambiente Urbano (1990)
ОглавлениеEl Libro Verde relativo al Medio Ambiente Urbano (Comisión de las Comunidades Europeas, COM (1990) 218 final, 26 de julio de 1990)128 es una propuesta política de la Unión Europea, tras la incorporación de la política de medio ambiente al Tratado CEE por el Acta Única Europea en 1986. Pretende ampliar la visión de los problemas de la ciudad, de su construcción y transformación, incorporando los elementos constitutivos de la sostenibilidad a esos procesos urbanos.
El Libro Verde, en el ya lejano año 1990, hace una crítica del funcionalismo urbanístico y sus concreciones, que no olvidemos, formuladas en los años 30, se habían impuesto a modo de “pensamiento único” tras la Segunda Guerra Mundial en todo el mundo desarrollado o en vías de desarrollo. Este pensamiento había supuesto que las nuevas ciudades y desarrollos urbanos se convirtieran en repeticiones, casi intercambiables, de una ciudad a otra y de un país a otro. Las viviendas, ya fueran colectivas o unifamiliares, ocupaban las periferias, en general de forma ordenada –planificada en base a las ideas del funcionalismo y racionalismo arquitectónico inspirado en la Carta de Atenas–, junto a grandes centros comerciales y nuevos equipamientos. El centro de las ciudades quedaba reducido a usos comerciales, económicos, dotacionales y administrativos en que se sustituye o se expulsa a la población originaria que se traslada a las afueras. La ciudad tradicional, por estas políticas, sufrió en las últimas décadas del siglo XX distintos procesos de degradación y abandono, para acabar por asistir, tanto antes como después de la crisis económica, a un reciente renacer del centro por causa de fenómenos a los que haré referencia en este trabajo. Por unos fenómenos derivados de una nueva conciencia urbana, y otros más propios de las nuevas lógicas de la globalización, como pueden serlo la gentrificación o el nuevo turismo de ciudad129.
La superación del funcionalismo racionalista que propone el Libro Verde –formulada por la Carta de Atenas en la década de los años treinta del pasado siglo–, es mediante criterios y objetivos compatibles con la sostenibilidad: el criterio de equidad, la participación de la ciudadanía en la elaboración de los instrumentos de planeamiento o el criterio de optimización de los recursos escasos como es el suelo130.
Por otra parte, como alternativa al crecimiento suburbano indiferenciado se propone el restablecimiento de la “ciudad diversa y multifuncional de la Europa de los ciudadanos”, una idea que en nuestro país tuvo poca repercusión en nuestra legislación estatal del suelo hasta 2007, y sobre todo, en la práctica urbanística durante los años de la “década prodigiosa”, en que el modelo a seguir era más bien todo lo contrario: la exaltación máximo de la ciudad monofuncional, de la zonificación y la dispersión.
Las medidas comunitarias sobre la ciudad se van a enfocar bajo la óptica de la política ambiental como principal título competencial habilitante. Así, en relación con la planificación urbana, se plantea la introducción de sistemas de evaluación ambiental –lo que se hizo mediante Directiva 2001/42/CE–; o el apoyo financiero a la renovación urbana y mejora ambiental, en muchos casos, de aquellos barrios o zonas degradas por el abandono de la ciudad existente. Las estrategias o sugerencias del Libro Verde como primera concreción de los principios de la sostenibilidad131 en el ámbito urbano, son el germen de la obligación de evaluar estratégicamente los planes y programas urbanos; y de las políticas activas de regeneración y revitalización urbana, apoyadas financieramente desde su inicio por fondos europeos132.