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1. MARCO DE INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD: EL GÉNERO COMO CONCEPTO POLÍTICO

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La común hipótesis de partida del paradigma feminista es que vivimos en sistemas de dominación patriarcal o masculina, que existe un sistema estructural, universalmente extendido, basado en la jerarquía sexual y que ésta es éticamente ilegítima y políticamente disfuncional en democracia (Valcárcel 2009, 215). Por tanto, acabar con dicha dominación se convierte en una exigencia democrática.

Los conceptos de género o sistema sexo/género o patriarcado, entre otros, son las herramientas heurísticas que la teoría feminista utiliza para evidenciar y explicar la desigual e injusta posición social de las mujeres y la posición hegemónica (e injusta) de los varones, así como para elaborar propuestas –teóricas y políticas– con la finalidad de desactivar los mecanismos de esa discriminación. El paradigma feminista es, por tanto, simultáneamente, deconstructivo y alternativo, pues establece tanto sus problemas como sus prioridades, así como su metodología como sus propias posiciones epistemológicas (Rubio Castro 2013, 77). La teoría feminista «se ha configurado como un marco de interpretación de la realidad que visibiliza el género como una estructura de poder» (Cobo 2008, 55-56). Estos conceptos (patriarcado o sistema sexo-género o género, utilizándolos como sinónimos y en el sentido apuntado de la común hipótesis de partida del paradigma feminista) sólo son adecuados en el nivel más general de la teoría, como sucede, por ejemplo, con el concepto «sociedad de clases»; y su virtualidad reside, como afirma Jónasdóttir (1993, 323-324), en que «proporcionan pistas particulares de cómo abordar una realidad social compleja y profusamente detallada». Aunque su traducción no es fácil, la teoría feminista ha podido, mediante estas categorías analíticas identificar realidades que luego ha traducido a conceptos como acoso sexual, violencia de género o feminización de la pobreza, entre otros.

Cuando se usa el género en términos neutrales o de forma indiscriminada como sinónimo de «mujeres» (evitando el carácter de relación con los hombres), se le despoja de su significado político, de su sentido crítico más profundo y, por tanto, de su potencial transformador. En otras palabras: el género se convierte «en un eufemismo para invisibilizar un marco de interpretación de la realidad que nos muestra la sociedad en clave de sistema de dominación» (Cobo 2008, 57-58). En este sentido, bien se puede afirmar que el patriarcado ha colonizado también esta categoría, deformándola y adaptándola funcionalmente. Es necesario, por tanto «anclar» el género a la realidad para que esta categoría no pase a ser «la máscara de una mentira» (Fraisse 2016, 51).

El derecho a la igualdad efectiva de mujeres y hombres

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